fue sacada de mí por el mundo,
que pedía canto para su baile,
como la templada mano que ofrece su calidez.
Y canté por el mundo y para el fuego.
Con el sacrificio del tiempo,
agotaba el agotamiento, mi brujería,
mientras el mundo aparecía cada vez más radiante
a mis ojos cada vez más perspicaces.
Al poco aprendí a amar,
así que ya no recuerdo mis poemas.
Elipso
17/10/2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario