Seco sonido nace de sus ojos.
El arco destensándose feroz,
la flecha cortando el viento.
Górgona, no debía mirarte
y ahora no puedo dejar de hacerlo.
La sangre a borbotones
brota de mi cuerpo,
como si fuera un vino que el dardo
exigiese para su dueña.
Cómo negarse. ¡Bebe!
y que bebas será mi gozo
siendo la flecha, tu sonrisa,
la que me tensa y me vacía.
Muerto aquel que vivía en mí,
se llevó el leteo carmín que encaudan tus comisuras
mis gustos y mis ocupaciones.
Así, basta con que tus aguas cubran mis ojos
para solo gustar de bañarme en él
y de él ocuparme.
Elipso Facto
13-12-2017
nota: Aún, como cuando escribí estos versos, pero a escondidas, le doy a cupido mis copas de vino, mas las rechaza y me obliga a beber. Qué amargo beberse a sí mismo, pues la ternura que para ti introduje, en mi boca se vuelve agria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario